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Cultura Mapuche Pitrén



Pitrén es un sitio ubicado al sur del Lago Calafquén y es también el nombre con que los investigadores han denominado a una cultura que han clasificado como pre-mapuche, cuya existencia se remontaría a los primeros mil años de nuestra era (400 al 1.100 DC, según Adán y Mera).

Se caracterizan por poblaciones de economía mixta (caza, recolección y horticultura), con un estilo cerámico muy pauteado (Adán y Mera, 2011).


Se han realizado hallazgos clasificados como "Pitrén" en diversas zonas del sur de Chile, principalmente de alfarería y cementerios, tanto en la costa, como en el llano central y en la pre-cordillera.

Los sitios de cementerios se ubican principalmente en lugares altos, con una visibilidad privilegiada, cercanos a sitios habitacionales y con el cadáver exhumado directamente en la tierra. Debido a la humedad propia del sur, en los sitios arqueológicos sólo se han encontrado restos óseos, líticos y alfarería.

En ese cementerio se excavaron tres sepulturas de mujeres, cuyos cadáveres fueron colocados directamente sobre la superficie del terreno y recubiertos con pasto y tierra. En los tres casos, fragmentos de una olla de cerámica circundaban a la difunta, formando, al parecer, un recinto sagrado e inviolable a su derredor (Gordon, en 1985, refiriéndose al sitio Gorbea 3).

La tradición Pitrén es característica del período alfarero temprano para la zona de La Araucanía, y se hace presente de norte a sur, desde el río Biobío al lago Llanquihue, y desde desde Isla Mocha a la provincia de Neuquén allende la cordillera, coincidiendo con la zona geográfica que los mapuche califican como Wallmapu, su territorio ancestral.

Los principales hallazgos Pitrén son general cementerios de pequeñas dimensiones, lo que vinculado a aspectos de subsistencia, ha llevado a interpretar el funcionamiento de estos grupos a partir de pequeñas unidades sociales organizadas probablemente en bandas (Aldunate 1989, Dillehay 1990, Adán y Mera 1997). 

Sin embargo, los hallazgos registrados en sitios como el Baipás de Temuco modifican, en parte, este panorama presentándose dos cementerios de gran tamaño en los alrededores de Temuco (Ocampo y Rivas 2001). 

A partir de esto último se ha sugerido ampliar las nociones sobre la organización socio-espacial, donde estos pequeños grupos familiares podrían estar participando de una articulación mayor a través de sistemas de linajes, agrupaciones sociales más complejas o una variación en la concepción del espacio y las prácticas rituales, en este caso funerarias (Adán y Castro, 2001), lo que también es coincidente con la tradición cultural mapuche.

Tom Dillehay en su definición de las fases alfareras para la zona sur del país apoya la hipótesis de un desarrollo cultural centro-meridional donde la alfarería Pitrén claramente expresaría algunas innovaciones locales, pero se revelaría una fuerte filiación con los cambios socio-culturales acontecidos en Chile central y en las vertientes boscosas orientales de los Andes meridionales argentinos. 

Para Dillehay esto se debería más bien a una herencia compartida desde momentos tan tempranos como el período Paleoindio (Monte Verde) (Dillehay 1989). La interpretación de Dillehay consiste en que estas “culturas” de Chile centro-sur, como él define, serían expresiones de la cultura formativa del sur del continente y se caracterizarían por presentar patrones agro-alfareros bastante homogéneos que posteriormente irían adquiriendo diferenciaciones (en el caso de la zona sur con la reinterpretación de los elementos pasados y la fusión con los rasgos europeos en los períodos histórico y moderno).

Menghin en Pitrén

Los primeros atisbos de que “ciertas vasijas” en el Centro-Sur podrían asociarse a una entidad cultural particular, son planteados por Menghin (1962), para quien esta alfarería tendría una ubicación cronológica previa a la llegada de los europeos, no afecta a la influencia incaica. 

Menghin plantea sus ideas a partir de los resultados de la excavación del cementerio Pitrén, ubicado en el sector suroriental del lago Calafquén. De su excavación obtiene una veintena de piezas monocromas, algunas con decoración en técnica negativa y otras biomorfas. 

De esta manera se empiezan a definir las características principales de este complejo cultural en La Araucanía: un emplazamiento geográfico preferentemente lacustre precordillerano y una cronología temprana dentro de la secuencia alfarera, planteando el autor, que se trataría de la expresión más antigua del Neolítico o Paleoaraucano. 

Cerca de una década más tarde, en la ribera norte del mismo lago, Mayo Calvo primero y luego con la ayuda de algunos integrantes de la Sociedad Arqueológica de Santiago (entre ellos Bernardo Berdichewsky), localizan y excavan los cementerios de Challupén-2, Pucura-1 y Traitraico-1, además de otros más tardíos (Calvo 1964, Berdichewsky y Calvo 1972-73). 

Estos hallazgos comparten rasgos estilísticos con la alfarería del sitio-tipo excavado por Menghin, destacando varias piezas con rasgos antropomorfos y biomorfos, que ayudan a los autores además a plantear relaciones con asentamientos de Chile Central.



Gordon en Huimpil

Otro antecedente importante corresponde al sitio Huimpil (Gordon 1986), ubicado en el valle central de La Araucanía, unos 30 km al norponiente de la ciudad de Temuco, excavaciones y rescates realizados que sirvieron para hacer una descripción de la alfarería de los contextos - considerados como tumbas -,proponer los tipos cerámicos presentes, además de realizar una interpretación en relación con las prácticas rituales mortuorias y la organización social del grupo, a partir de las particularidades observadas en algunos conjuntos funerarios, a pesar de la falta de otros rasgos culturales y de restos bioantropológicos. 

También destaca la obtención del primer fechado absoluto por carbono 14 para este período y para la región, 1290 +/- 80 años AP (Gordon, 1984). Huimpil corresponde a un amplio cementerio, del que se recuperó 78 vasijas cerámicas, distribuidas en 11 tumbas. 

Se destaca la presencia de piezas elaboradas con una pasta muy fina, vasijas con rasgos biomorfos, jarros anfibiomorfos y uno fitomorfo (descrito como cucurbitácea), escudillas y tazas de boca ancha y, según el autor, algunas piezas únicas en cuanto a su forma. Gordon ordena las vasijas en 15 categorías de formas y 8 tipos alfareros, lo que constituye una clasificación tipológica más amplia que las proposiciones realizadas con anterioridad (Menghin, 1962; Berdichewsky, 1968).

Cerca de Temuco

Un antecedente similar, aunque algo posterior, es el rescate de 2 cementerios producto de la construcción del Baipás de Temuco, Km 15-Lof Mawida y Km 20-Licanco Chico (Ocampo et al. 2004), ambos de dimensiones considerables. De este último, se recuperó además restos bioantropológicos.

Los resultados de los análisis efectuados permitieron observar nuevas asociaciones contextuales y también han ayudado a valorar este sector de la cuenca de Cautín, cercano a Temuco, como un lugar en el que habría una mayor presencia de estas poblaciones tempranas; sin embargo, existen varios temas aún no abordados: aspectos distribucionales de los contextos, o las eventuales implicancias sociales del registro de piezas excepcionales y las interpretaciones relacionadas.

Cementerios 

Un rasgo relevante en los cementerios Pitrén es la definición de las fosas. Éstas han sido registradas en sitios excavados en forma sistemática tanto en yacimientos del valle longitudinal, como del área lacustre. Los casos que presentan la descripción de estos rasgos, corresponden a los sitios Los Chilcos en el sector del lago Calafquén, Huimpil y Km 20 Licanco chico, en el valle del Cautín. 

Para el caso de Los Chilcos, se describe fosas alargadas, de 30 cm de espesor en promedio, cuyo término se encuentra inmediatamente por sobre un estrato arcilloso, compacto, culturalmente estéril; esta descripción es bastante similar a lo registrado en Escuela Collico . En Huimpil por su parte, Gordon realiza la siguiente descripción: Las sepulturas excavadas corresponderían a fosas alargadas de forma irregular. El largo varía entre ciento sesenta y ciento noventa ctms; el ancho de ciento diez a ciento treinta ctms; la profundidad de cuarenta a 100 cm. En cuanto a la morfología, las fosas identificadas en Km 15 Licanco chico coinciden con la descripción hecha para Huimpil. 

A pesar de las coincidencias observadas en estos contextos y de acuerdo a la información de otros cementerios Pitrén, en términos generales es posible advertir una variabilidad estratigráfica en relación a las características depositacionales de las diferentes áreas en las que fueron realizadas las inhumaciones. En esta variedad de
situaciones cabe mencionar el caso de Campus Andrés Bello, donde las tumbas fueron excavadas inmediatamente por sobre el nivel estéril de depositación fluvial (nivel de gravas) de una antigua terraza del río Cautín (Sánchez et al. 1981-82) y los entierros identificados en P10-1 en la isla Mocha, dispuestos en la base de una duna fósil (Vásquez y Sánchez 1993). En ninguna de las fosas de los yacimientos antes mencionados, se registró algún tipo de contenedor para los cuerpos, clara evidencia de inhumación directa como parte de las técnicas fúnebres.

Alfarería

Otra fuente de antecedentes, también heredera de la recuperación de contextos funerarios, corresponde al registro y análisis de colecciones alfareras. Gracias a algunos de estos trabajos se ha podido reconocer y contextualizar de mejor manera la presencia de un importante número de contextos funerarios en Temuco: Shell Norte, Los Cántaros, Campus Andrés Bello de la UFRO, Liceo Industrial, Industria Bandag (Sánchez et al. 1981-82, Mera y Adán 2000). 

Una aproximación inicial ha propuesto que ellos corresponderían a cementerios pequeños o contextos acotados (Adán y Mera 1997), sin embargo es necesario considerar las condiciones particulares y siempre fortuitas de los hallazgos y rescate de cada sitio, para referirse con mayor propiedad al tamaño de los cementerios o a la integridad de sus conjuntos. Si bien el estudio de colecciones corresponde a una fuente indirecta de información, igualmente ha ayudado a una mejor comprensión de aspectos relacionados con la distribución espacial y temporal de estos grupos alfareros (Adán y Mera 1997), sirviendo para plantear nuevas tipologías morfológicas (Adán 2000) y nuevas propuestas de interpretación cultural a partir, por ejemplo, de los rasgos estéticos presentes en la alfarería (Cf. Adán y Alvarado 1999). También, vinculado al estudio de colecciones y gracias al análisis de vasijas completas, se ha abordado temáticas relacionadas con la tecnología y desde una perspectiva más particularista, aspectos simbólicos, espaciales y distribucionales, a partir de la peculiaridad que presentan ciertos rasgos decorativos (Mera y Adán 2000, Mera 2000).

Un importante avance en el ordenamiento y sistematización de la información disponible a fines de la década de 1980, se logra con los trabajos de Dillehay (1990) y Aldunate (1989). El trabajo de Dillehay sintetiza las cronologías anteriores, principalmente de Berdichewsky, a partir del trabajo realizado en la Cueva de los Catalanes (1968) y Menghin (1962). 

Plantea que el área de dispersión de Pitrén - que asocia directamente con otras tradiciones formativas del área andina - se extendería desde Angol hasta el río Bueno y hacia el oriente hasta la provincia de Neuquén, compartiendo además influencias con tradiciones más septentrionales: Molle, Llolleo y la cultura Candelaria del noroeste argentino (NOA). 

Entrega además una caracterización de las principales formas cerámicas presentes en la alfarería Pitrén. Dentro de los nuevos planteamientos, hay una propuesta de asumir una perspectiva ecológica o ambiental y el uso de la etnoarqueología como recurso metodológico, especialmente favorable para el estudio de las culturas formativas del Centro-Sur de Chile. 

Respecto del trabajo de Aldunate (op. cit.), un aporte sustancial es plantear un modelo social coherente a partir de la información conocida hasta ese momento, abordando también una perspectiva geográfica y ambiental que le permite proponer una economía con énfasis en la caza-recolección y plantear una distribución espacial diferenciada para los grupos culturales del área en términos diacrónicos (Pitrén y Vergel, delimitados por el Toltén). 

En su modelo integra los datos que aportan varios sitios habitacionales, especialmente del lado argentino, Montículo Angostura y algunos otros sitios-paraderos en Bajo Añelo, en ambiente pampeano, proponiendo así una fase oriental que habría perdurado hasta momentos tardíos. Desde una perspectiva social, señala que se trataría de pequeños grupos familiares que practicarían una movilidad estacional, ocupando de manera semipermanente la ribera de lagos y ríos, cazando animales silvestres como cérvidos y camélidos - cuyo proceso de domesticación podría haberse iniciado en esta época - desarrollando además una estrategia de recolección de los alimentos del bosque. Esta actividad, junto a la horticultura practicada en espacios abiertos restringidos, generados mediante la técnica de “tala y roce”, serían sus principales actividades de subsistencia. Supone además que la papa y el maíz serían los cultígenos principalmente manejados en esta época, por parte de estas sociedades.

A partir de estudios estilísticos en la alfarería y con base etnográfica, se ha planteado vínculos entre estos grupos tempranos y la tradición cerámica mapuche (Aldunate 1989), ya sea a través de ciertos rasgos tecnológicos, expresados en el patrón constructivo (estructural) de las piezas, que compartirían ambos estilos y que permite sustentar la idea de tradicionalidad (Alvarado 1995) o bien, a partir de ciertas prácticas - como la fractura intencional de vasijas - propuesta como parte del rito funerario y que ha sido documentada tanto en cementerios tempranos, como Huimpil (Gordon 1986), o en otros bastante más tardíos, como Gorbea-3 (Gordon 1985).

Villa JMC-1, Labranza

El sitio Villa JMC-1 de Labranza, a 16 km de Temuco, Región de La Araucanía, corresponde a un sitio arqueológico asociado principalmente con la presencia de un cementerio Alfarero Temprano, registrando además un par de rasgos que finalmente fueron vinculados con una ocupación mapuche histórica del lugar. Los hallazgos se dispersaban en una superficie de 38 m (NE-SW) x 20 m (NW-SE), relacionada con un área aproximada de 600 m , si ésta se representa como un óvalo.

Dada la importancia de los hallazgos, se elaboró un proyecto FONDART Regional, que durante el año 2011 fue financiado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) en su modalidad de Investigación , donde parte de los recursos asignados fueron utilizados para realizar y completar los análisis de los diferentes materiales culturales recuperados.

El resultado de las diferentes etapas de terreno fue el registro de un total de 53 rasgos, asociados a 192 artefactos cerámicos - en los que se incluyen tres pipas - y 133 piezas líticas. Otros materiales recuperados son: nueve aros de cobre; restos de collares y/o colgantes, cuyas cuentas fueron hechas en cerámica, valvas de moluscos y materias primas líticas, incluyendo también parte de la fibra vegetal que unía las cuentas de valvas y un pequeño fragmento de textil. Hasta ahora ha sido posible identificar un total de 25 individuos inhumados, los que fueron reconocidos principalmente a partir de restos dentales y fragmentos de huesos largos (Márquez 2011). Este registro fue complementado con análisis antracológicos, principalmente de algunos de los pequeños fogones asociados a las tumbas (Solari 2011), análisis carpológicos, realizados con los sedimentos de 125 vasijas de 40 contextos seleccionados (Silva 2011) y por último, el análisis de los residuos adheridos a dos de las tres pipas recuperadas (Planella et al. 2011, Quiroz et al. 2012).

El sitio se ubica en una antigua terraza fluvial de la cuenca media del río Cautín y cercano también al estero Botrolhue. El estero Botrolhue nace desde el sector de las vegas de Chivilcán, en la vertiente sur del cerro Ñielol, siguiendo una dirección NE-SW y confluyendo con el río Cautín en la localidad de Labranza. Históricamente, este sector ha tenido un uso preferentemente agropecuario, de modo que actualmente corresponde a praderas intervenidas, en que los remanentes de vegetación nativa se restringen a los sectores más cercanos a los esteros y humedales. En general, para la región Centro-Sur de Chile, las características climáticas prevalentes permitieron el desarrollo de una verdadera selva austral en el pasado, pero que ha sido intervenida por el hombre desde mucho antes de la llegada de los españoles (Dillehay 2011), reemplazando el bosque por praderas aptas para la ganadería y el cultivo agrícola a una escala mayor.

Si bien para la región no se conoce estudios específicos o intentos de reconstrucciones del ambiente de una antigüedad cercana a la de uso del cementerio arqueológico, se considera que el clima, la vegetación y la geomorfología se han mantenido relativamente similares durante los últimos 3.000 años (Villagrán 1991, Solari y Lehnebach 2010). A grandes rasgos, en relación con la vegetación, se puede considerar que este sector del valle central se asocia con un bosque mixto, caracterizado tanto por especies siempreverdes como deciduas. Específicamente la formación boscosa dominante estaría dada por la combinación roble-laurel-lingue, que se extiende hasta el seno de Reloncaví (Villagrán et al. 1993). En tanto, el clima se asocia al bioclima Templado Hiperoceánico, caracterizado por la existencia de un mes de sequía y una transición mediterránea-templada (Luebert y Pliscoff 2005).

En términos sociales y de manera sintética, se ha planteado un modelo explicativo de Pitrén que propone su conformación en bandas o agrupaciones sociales con una fuerte base cazadora-recolectora que habrían ocupado todo el territorio desde el Bío-Bío hasta las cercanías del lago Llanquihue, adaptándose apropiadamente a los diferentes ambientes (Cf. Aldunate 1989, Dillehay 1990). Siguiendo un acercamiento conceptual de lo que se ha definido como “bandas”, se trataría entonces de sociedades a pequeña escala, menores a 100 personas, cazadores-recolectores o forrajeros, que se habrían trasladado estacionalmente para explotar recursos silvestres, es decir sin un manejo cabal de la domesticación de plantas y/o animales. Sus miembros se vincularían generalmente por relaciones de parentesco, ya sea matrimonios o por descendencia. No habría dirigentes, ni existiría marcadas diferencias económicas o de status (Cf. Renfrew y Bahn1993: 162-165).

Las mujeres mapuches conservaron las mismas formas cerámicas durante quince siglos. Algunas de las formas que se conocen pueden remontarse a mediados del siglo VI d.C. y forma parte del complejo arqueológico denominado Pitrén (Aldunate 1989).







FUENTES:

Mera, R. y Munita, D. Escuela Collico, un cementerio alfarero temprano en la cuenca de Valdivia. Aportes a la discusión del complejo Pitrén.

Mera, Rodrigo. 2014. Tesis: Nuevos aportes al estudio del complejo Pitrén, a partir del análisis del sitio JMC-1, Labranza.

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