Newen Antug es un sitio arqueológico multicomponente (residencial y funerario) ubicado en la cuenca del Lácar al sur de Neuquén, Argentina, en el tramo este andino de la cuenca binacional del río Valdivia. Dos esqueletos humanos fueron descubiertos durante la excavación del sitio. Con base en la datación por radiocarbono y los contextos materiales asociados, los entierros pueden asociarse con el período del primer contacto entre los indígenas de la región con los españoles. Con base en el análisis de fuentes históricas, estudios bioantropológicos y datos forenses, postulamos que estos individuos fueron víctimas torturadas de la guerra que libraron los españoles contra los habitantes indígenas. Los restos óseos presentan diversos traumatismos perimortem. La mano izquierda y el extremo distal del antebrazo izquierdo estaban ausentes in situ y se discuten como posibles formas de mutilaciones de los miembros superiores. El individuo 1♀ tenía una pata de caballo (Equus caballus) que reemplazaba o simbolizaba la pata izquierda faltante. La práctica de la mutilación se registra como parte de los dispositivos de poder característicos de la Fase de Guerra (1536-1655) de la conquista, cuando los españoles intentaban establecer una maquinaria predisciplinar de su “Poder Soberano” en el centro-sur de Chile. Los hallazgos reportados aquí extienden este proceso al noreste de la Patagonia argentina.
Juan Francisco Reyes Sánchez y Alberto Enrique Pérez
De
la revista Arqueología Abierta
https://doi.org/10.1515/opar-2022-0307
1.
Introducción
La
resistencia indígena al avance de las huestes españolas durante la conquista de
las Américas creó numerosas fronteras geográficas y políticas permanentes. En
el sur de Chile, el conflicto entre las comunidades indígenas mapuche y los
españoles se conoció como la “Guerra de Arauco”, que duró tres siglos (1536-1810
d. C.). A diferencia de otras partes de América, la duración y crueldad de este
conflicto persistió debido a la extraordinaria adaptabilidad del pueblo
mapuche, que incorporó y modificó nuevas armas, formaciones de combate y
caballería. Según Boccara, la Guerra de Arauco se inició con una Fase Bélica
entre 1536 y 1655, caracterizada por constantes y amargas guerras con
esporádicos períodos de paz.
Durante
este período, el conquistador español Pedro de Valdivia comunica al Real y
Supremo Consejo de Indias sobre la ejecución y mutilación (corte de manos,
pies, narices, orejas y senos) de prisioneros en la Guerra de Arauco (Valdivia,
1550)). Esta información se confirma en las crónicas de Francisco de Villagra,
García Hurtado de Mendoza y Alonso de Sotomayor y Valmediano. Esto fue parte de
las tácticas más amplias empleadas por los españoles, que el sacerdote
Bartolomé de Las Casas (1552) denunció repetidamente, es decir, el uso de tales
estrategias de terror contra los indígenas del Caribe y México. Siguiendo el
relato de Las Casas y otros sacerdotes y funcionarios de la Corona en el
continente (por ejemplo, Hernando de Santillán, Oidor de la Real Audiencia y
Cancillería de Lima), Espino López (2012) determinó que el diseño militar
español adquirió un conjunto básico de principios que llamó la trinidad
diabólica: primero, la captura de líderes políticos y religiosos; segundo,
forzar la sumisión mediante tortura (y mutilaciones); y finalmente, masacres en
lugares públicos o sitios de importancia local (despedazamientos por perros,
ahorcamiento, ahogamiento, quema y decapitación).
Siguiendo los postulados de Orser (2000), utilizamos la arqueología histórica para comparar la información de las fuentes escritas con el registro material disponible, en este caso los vestigios de la segunda ocupación del sitio de Newen Antug (Figura 1), fechados en la primera mitad del siglo XVI d.C. Este fue un período de creciente contacto entre los mapuches locales y los europeos en el centro-sur de Chile y el noreste de la Patagonia en Argentina. La historia escrita de la Guerra de Arauco –derivada principalmente de las crónicas españolas, y en particular de las denuncias de Bartolomé de Las Casas– nunca ha sido verificada localmente a partir del registro arqueológico y bioantropológico disponible.
Figura
1
Sitio
Newen Antug, a orillas del lago Lácar, que forma parte de un sitio arqueológico
binacional en la cuenca del río Valdivia. El recuadro muestra el alijo de la
ubicación del estribo florentino y la ubicación del pequeño fuerte español.
Fuente: este trabajo.
Estos
hallazgos son únicos en el área de estudio, donde factores tafonómicos como la
lluvia y la humedad degradan fácilmente los restos orgánicos. Además, las
colecciones reunidas durante los estudios de principios del siglo XX están
descontextualizadas o perdidas, y las colecciones modernas no fueron analizadas
desde un punto de vista bioantropológico.
El objetivo principal de este trabajo es proponer una nueva interpretación de un contexto primario a partir de los resultados de un análisis osteobiográfico con perspectiva forense que tenga en cuenta la dimensión paleodemográfica de la violencia contra las poblaciones indígenas.
2. Materiales y métodos
El
sitio arqueológico Newen Antug está ubicado en el sistema lacustre andino Lácar
y Nonthué (40°09′44″S – 71°20′49″O, 787 msnm), en el tramo este andino de la
cuenca binacional del río Valdivia, Provincia de Neuquén, Noreste de la
Patagonia, Argentina (Figura 1). La ocupación más antigua data de 880 ± 40 años
AP (fechada en 14C, LP 3020, carboncillo) y fue el sitio de múltiples
actividades, incluido el entierro de los Individuos 3♀, el entierro
en canoa más antiguo y el ejemplo más austral de América del Sur.
2.1 Materiales
El
Individuo 1♀ y el Individuo 2♂, que datan de la segunda ocupación del sitio, fueron encontrados en estructuras funerarias sin
alteración de sus
componentes originales por eventos secundarios, y se mantienen en buen estado
de conservación. Son enterramientos primarios, directos, individuales (Figura
2). En ambos casos, el segmento craneal caudal está rotado a paraventral sobre
su eje axial como resultado de la pérdida de volumen torácico y la resistencia
de los tejidos intervertebrales por la compactación de la fosa.
Figura
2
Plano
de excavación de los elementos mortuorios de los Individuos 1♀ y 2♂ del sitio
Newen Antug. Fuente: este trabajo.
Originalmente, los Individuos 1♀ y 2♂ fueron enterrados sobre su lado derecho, con las piernas flexionadas hacia la derecha y los brazos paralelos al eje del cuerpo (Figura 2). El individuo 1♀ se colocó a lo largo del eje longitudinal E–W de una tumba de forma ovalada, mirando hacia el sur. Se constató in situ la ausencia de carpianos, metacarpianos, falanges (derecha e izquierda) y extremo distal del antebrazo izquierdo. Se encontraron artículos funerarios en forma de calcáneo y astrágalo de Equus caballus, reemplazando o tal vez simbolizando la extremidad izquierda faltante. Se presentaron como ofrendas tres vasijas de barro de la tradición local Valdivia Rojo sobre Blanco Bicromo, dispuestas sobre y alrededor de la cabeza, así como junto al hueso coxal izquierdo se encontró un instrumento afilado elaborado con la epífisis distal y diáfisis del metatarso de Hippocamelus bisulcus.
El individuo 2♂ fue colocado en una tumba de forma ovalada orientada NW-SE, mirando SW. Se confirmó la ausencia total de la mano izquierda y del extremo distal del antebrazo izquierdo. Una ofrenda en forma de punta de proyectil pedunculada hecha de obsidiana fue encontrada al NO de la tumba.
Los individuos fueron sexados a partir de los restos disponibles, principalmente la base del cráneo y la morfología pélvica. Las edades también se estimaron a partir de la morfología del esqueleto craneal y poscraneal y del desgaste dental. La altura se estimó a partir de las longitudes máximas del fémur y la tibia. De ello se determinó que el Individuo 1♀ es una mujer adulta mayor de 52 ± 13 años con una altura aproximada de 149.6945 ± 1.844 cm; El individuo 2♂ es un hombre adulto de 30 a 40 años con una altura de 164,38 ± 2,289 cm.
El Individuo 1♀ y el Individuo 2♂ fueron fechados en 540 ± 50 años AP (fechados por 14C, LP 3024, carboncillo), a partir de restos de madera carbonizada recolectados de la primera fosa, correspondientes a la Cerámica Tardía. Contextualmente, la datación del Individuo 1♀ se atribuye al período de contacto temprano (mediados del siglo XVI dC) con base en la presencia de restos de Equus caballus como parte de las ofrendas funerarias. Las fechas se obtuvieron con la aprobación de la comunidad mapuche local de Curruhuinca, como condición para su consentimiento previo, libre e informado para la excavación del sitio.
2.2
Método
El
examen macroscópico de los tejidos esqueléticos se realizó con métodos
bioantropológicos estándar, complementados con placas radiográficas.
La identificación y descripción del trauma óseo siguió los procedimientos, términos y criterios dados por Kimmerle y Baraybar (2008). Cada uno de los huesos fue descrito individualmente, fotografiado y documentado en un diagrama.
Para el diagnóstico diferencial, se registraron las características traumáticas detalladas de cada lesión: forma, signos de rotura, aplastamiento y apariencia en forma de cuña.
Se contrastó el análisis del traumatismo óseo con posibles procesos tafonómicos dentro del análisis de la lesionología forense, p. la falta de fiabilidad del color. Luego, se compararon con la evidencia física de trauma por arma en contextos de cronología similar y evidencias de conflictos armados de la época prehispánica.
3 resultados
3.1
Signos de morbilidad y modo de vida
En
ambos individuos se observó un tipo de deformación craneal tabular erecta sobre
la bóveda craneal: aplanamiento occipital lambdoidal, que es un indicador común
en los cráneos mapuche causado por las fijaciones utilizadas para sus
portabebés de madera. Se detectó ligera desviación de las porciones óseas
laterales de las rodillas (fémur y tibia), entesis robustas de los huesos
coxales, lesiones articulares severas en la zona lumbar-sacra y facetas accesorias
en los huesos coxales y tibias, marcadores compatibles con caballo- síndrome de
equitación.
3.2 Lesiones asociadas a la causa probable de muerte
3.2.1
Individual 1♀
Lesión
1. Se observa fractura transversa curva en diáfisis medial de cúbito izquierdo,
presentando un trazo de fractura de borde regular, escalonado y con bordes
aplastados, asociado a fractura longitudinal (Figuras 3 y 4).
Figura
3
Diagrama
del esqueleto, vista anterior. Individual 1♀ e Individual
2♂, respectivamente. Las ubicaciones de las lesiones se muestran en
rojo. Fuente: este trabajo.
Figura 4
Individual
1♀, vista posterolateral del cúbito (arriba)
y vista posterior del radio (abajo). Los bordes de las fracturas de cada hueso
están resaltados en
rojo. Fuente: este trabajo.
El daño tafonómico del radio impidió observaciones significativas, aunque presentaba una morfología similar a la de una fractura espiral (Figuras 3 y 4).
Lesión
2. Durante la inspección macroscópica se observó una fisura en la cara
posterior a nivel de la tuberosidad deltoidea del húmero izquierdo. La
radiografía mostró que esta fisura es una fractura oblicua incompleta de la
porción medial de la diáfisis humeral (Figuras 3 y 5a).
Figura
5
(a–c)
Mostrar placas radiográficas. (a) Individuo 1♀, vista
frontal de húmero izquierdo,
fractura en diáfisis medial. (b) Individual 2♂, vista
lateral del cúbito derecho,
fractura en la diáfisis distal.
(c) Individual 2♂, vista anterior del peroné izquierdo,
fractura en la diáfisis medial.
Fuente: este trabajo.
3.2.2 Individual 2♂
Lesión
1. Se observa una fractura espiral en la diáfisis medial del radio izquierdo:
el borde es regular y los bordes han sufrido aplastamiento y descamación
(Figuras 3 y 6c).
Figura
6
Individual
2♂, vista lateral del cúbito y vista
posterior del radio. Los bordes de la fractura están resaltados en rojo. Se observa
descamación de la
corteza (en azul las partes magnificadas por efectos tafonómicos). (a–c) Mostrar detalles del trauma de
los huesos. (a) Vista medial del cúbito. (b) Vista lateral del cúbito. (c)
Vista posterior del radio; el borde de la fractura está biselado en el extremo
distal de la fractura. Fuente: este trabajo.
Lesión 2. En la diáfisis medial del cúbito izquierdo, se observa un borde regular y lineal con daño descamativo (Figuras 3 y 6a yb).
Lesión 3. En la radiografía, la diáfisis distal del cúbito derecho presenta una fractura transversa incompleta con múltiples fisuras (Figuras 3 y 5b).
Lesión 4. El peroné izquierdo presenta una fractura transversa a nivel de la diáfisis medial. La fractura es incompleta y puede observarse tanto macroscópicamente como en la radiografía (Figuras 3 y 5c).
4. Discusión
4.1
Señales de tortura
Para
el Individuo 2♂, las fracturas de cúbito derecho
como las aquí observadas
son denominadas “fracturas de
parry”, implicando
un movimiento defensivo de la víctima. En el mismo individuo, el peroné
izquierdo presenta una lesión contundente comúnmente causada por golpes
directos en la zona.
En
el Individuo 1♀, la fractura del húmero
izquierdo implica fuerza contundente indirecta con flexión y rotación, identificada principalmente
cuando el miembro superior se encuentra fijo en un extremo, mientras que el
otro se encuentra en movimiento. En contextos medievales, las lesiones de este
tipo se han observado en contextos de tortura y muerte de víctimas atadas o sujetas.
4.2 Propuesta Analítica para las Lesiones en Antebrazo
En
ambos individuos, la parte media de la diáfisis de los antebrazos indica
destrucción perimortem extensa del hueso por un mecanismo de fuerza contundente,
en lo que los atributos observados son compatibles a traumatismos que
involucren los músculos y otros tejidos blandos. Por lo general, en casos de
trauma por fuerza contundente, ninguna parte del cuerpo se desmembra en casos
arqueológicos o forenses. En los entierros primarios (con heridas), todas las
partes del cuerpo están presentes con cicatrices o marcas de la fuerza aplicada
sobre ellas. En este caso, sin embargo, los extremos medial y distal del
antebrazo están ausentes, lo que impide el diagnóstico diferencial.
En el estudio de Humphrey y Hutchinson, el traumatismo contuso difiere del traumatismo por fuerza aguda en el daño por descamación, los lados de las ranuras en ángulo agudo y en ángulo obtuso, pero se presentan algunas armas cortantes como hachas y hachas: fracturas transversales curvas, espirales y longitudinales, que mezclan características de traumatismo agudo y contuso. Las características del traumatismo corto-contundente son indicativas de la clase de arma, no deben interpretarse como mecanismos múltiples y separados. En este caso, las armas cortantes: (…) un objeto más grande, más pesado y afilado, como un hacha, puede impartir suficiente fuerza cuando se balancea para [mutilar] una extremidad. Estos corresponden a lo observado en el Individuo 2♂ (y potencialmente en el Individuo 1♀), la lesión en la diáfisis medial del cúbito izquierdo, que morfológicamente corresponde a un pequeño daño de descamación, se asocia con fractura espiral en la diáfisis medial del radio izquierdo.
Lynn
y Fairgrieve (2009, p. 791) detallan que la fractura transversa curva también
se asoció con una bisección del hueso, lo que provocó un aumento de las fuerzas
de tracción y compresión, [y] (…) fracturas longitudinales que se originaron en
los sitios de impacto (… ) muy probablemente debido a la acción de cuña de la hoja
y su capacidad para partir el hueso en mayor medida que otras armas afiladas.
El antebrazo, compuesto por el radio y el cúbito, extrapolando la información
obtenida de las tibias y los peronés en el experimento, actuó para atenuar la
fuerza y causar un impacto de menor energía, lo que resultó en una menor
penetración de la hoja del arma y una menor acción de cuña. Además, las
fracturas extensas resultaron en fracturas longitudinales que emanaron de los
sitios de impacto (…) probablemente se debieron a que los implementos
penetraron estos huesos pequeños por completo, separando las mitades proximal y
distal. Además, se observaron fracturas transversales curvas debido a la acción
de flexión del hueso tras el impacto.
4.3 Datos en contexto
Los
hallazgos de Newen Antug son significativos por su marcada diferencia con las
evidencias encontradas en sitios de conflictos armados de la época prehispánica
e histórica. En conjunto, se han observado combinaciones de lesiones de este
tipo en contextos de tortura y muerte de víctimas atadas o sujetas, en
contextos medievales. Proponemos al respecto que hay que distinguir dos
conceptos: el desmembramiento post mortem por separación de las articulaciones
y la mutilación perimortem de segmentos parciales de miembros.
En contextos prehispánicos, la extracción de segmentos corporales de cadáveres (desmembramiento o reducción post mortem) se expresa entre cazadores-recolectores tanto en rituales mortuorios como en contextos de guerra, cuando las víctimas presentan un patrón marcado de lesiones craneales perimortem por fuerza contundente y traumas infligidos por proyectiles de piedra. Entre las sociedades andinas tardías (hasta el siglo XV d. C.), las dislocaciones y desmembramientos post mortem se han observado como trofeos de guerra, con un patrón fuerte de lesiones por fuerza contundente perimortem, principalmente en el cráneo - y cortes cuando se cortó la garganta de la víctima.
A partir de los siglos XV y XVI, los españoles introdujeron nuevas tecnologías y tácticas en la guerra. La evidencia muestra ejecuciones de niños y adultos en el sureste de América del Norte, el Golfo de Florida, México y Perú, con trauma perimortem causado por golpes contundentes, lesiones cortantes-contundentes y armas de fuego.
De acuerdo con los documentos escritos, la Trinidad Diabólica incluía explícitamente la tortura de los líderes atándolos a troncos de árboles y mutilándolos en vida. Las heridas mutiladas fueron cauterizadas y las víctimas liberadas para que vivieran lo suficiente como para mostrar el traumático “castigo” al resto de la comunidad. Los españoles practicaron estas mutilaciones de forma masiva y exhibieron montículos de extremidades y apéndices corporales. Otra técnica frecuente era la mutilación “quirúrgica” en la que se desarticulaba la mano del antebrazo, dejando los dos segmentos unidos por un tendón y las manos colgando. En rigor, este tipo particular de tortura dejaría pocas o ninguna huella en el tejido óseo[1], por lo que no descartamos más lesiones poscraneales.
Figura
7
Grabados
de Théodore de Bry que muestran mutilaciones de manos y narices (abajo) y
torturas (arriba) aplicadas por soldados españoles a indígenas en América.
Fuente: Las Casas [1614].
Tropas españolas al mando del conquistador Francisco de Villagra transitaron por la zona en fechas tempranas, entre 1552 y 1553 d.C., en la región lacustre andina de Neuquén, territorio indígena extensamente ocupado durante la Periodo cerámico tardío. Los documentos registran numerosas escaramuzas durante los primeros contactos que dejaron bajas en ambos bandos.
5. Conclusión
Los
individuos 1♀ y 2♂ de la segunda ocupación del sitio Newen Antug ocuparon una
posición de particular simbolismo y liderazgo dentro de su comunidad, siendo
enterrados y engalanados con especial cuidado en un enclave de importancia para
las comunidades mapuche.
Con base en el presente estudio, estas dos personas pueden ser interpretadas como rehenes y víctimas de golpes, torturas, sujeciones y mutilaciones de partes de su mano y antebrazo izquierdos. Se infiere que el impacto fue lo suficientemente violento como para dividir el antebrazo en dos partes, generando una gran fragmentación y las piezas faltantes pueden ocultar la verdadera naturaleza del arma y variaciones en la posición del perpetrador, que también puede estar en malas condiciones de filo. o un hacha muy desafilada cayó en un ángulo cercano a los 45 grados. Con toda probabilidad, este trato los llevó a la muerte, pero no de inmediato, dada la naturaleza no mortal y la distribución de sus lesiones. Estas particularidades concuerdan con los datos históricos de personas mutiladas, cauterizadas y liberadas por los españoles como trofeos.
Tales hechos concuerdan con la expresión de poder característica de la Fase Bélica (1536-1655) de la Guerra de Arauco, como parte del establecimiento de una maquinaria predisciplinar de Poder Soberano entre los Comunidades Mapuche, tanto en el centro sur de Chile como en el Noreste de la Patagonia Argentina.
Agradecimientos
Los
autores agradecen a Jacob James Sauer y Cristian Rioseco por sus
recomendaciones, en especial a Francisca Vera por sus ilustraciones.
Conflicto de interés: Los autores declaran no tener conflicto de interés.
© 2023 autor(es), publicado por De Gruyter
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