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De los autores Gertrudis Payàs, Héctor Mora y Aurora Sambolín, de la Universidad Católica de Temuco, esta publicación hace referencia a los estudios de araucanística, que se podría definir como una ciencia sobre la lengua y cultura mapuche a fines del Siglo XIX.
Los araucanistas publicaron sus estudios sobre lengua y literatura en mapuzugun en revistas científicas entre 1895 y 1935 (araucanística clásica), realizando análisis de la lengua y sus hablantes en un periodo de retroceso del mapuzugun.
A fines del siglo XIX existía interés científico por estudiar las poblaciones indígenas y entre los araucanistas destacaban Tomas Guevara, Rodolfo Lenz, Ricardo Latchman, Eulogio Robles, Claude Joseph, Jerónimo de Amberga, Félix José de Augusta, Sigifredo de Frauenhäusl, Ernesto Wilhelm de Mösbach y Sebastián Englert.
Ellos investigaron y publicaron sobre varias temáticas (lengua, costumbres, mitos, vestimentas, demografía y psicología, entre otros), siendo Rodolfo Lenz una figura central de los araucanistas, considerado como una autoridad con respecto a la lengua y la gramática mapuche.
Entre los pares científicos de Lenz se encuentran Robert Lehman-Nitsche y Tomás Guevara. Mientras que sobre el conocimiento en terreno destacan Félix de Augusta y Ernesto de Mösbach.
Aunque ni los primeros ni los segundos lograron iniciativas reales de formalización o estudio de la lengua, estos fueron los primeros intentos de estudiar la cultura mapuche desde la ciencia positiva, sin referencia a la religión.
Entre otros estudiosos del tema, se cuenta a Manuel Manquilef, araucanista mapuche, quien realiza traducciones libres para potenciar el mapuzugun, tanto de textos clásicos como contemporáneos.
Otro caso es el de Eulogio Robles, abogado, Protector de Indios de Cautín entre 1900 y 1912, quien publicó estudios breves entre 1909 y 1940. Robles es un estudioso no lingüista, pero que comparte diariamente con hablantes.
A fines del XIX e inicios del XX se estaba produciendo una desaparición paulatina del mapuzugun en los espacios públicos, como resultado de la ocupación de los territorios y de la integración a la sociedad chilena.
La independencia de Chile borró la historia colonial de conversaciones y tratados entre mapuche y españoles que existió durante doscientos años. Casi la misma cantidad de años que separan los últimos estudios de los jesuitas y los primeros de los araucanistas sobre el la cultura y la lengua mapuche. Ahora Chile Mira hacia el futuro, hacia Europa, y lo indígena deja de interesar.
Los españoles consideraban al mapuzugun como la “lengua general del reino de Chile”, mientras que con la independencia se adopta el castellano como lengua oficial, y el mapuzugun paso a convertirse en la “lengua mapuche” o “lengua araucana”, circunscrita a los territorios entre el Biobío y el Toltén.
Lenz busca fuentes vivas para encontrar la autenticidad de la lengua, no contaminada por el contacto, presente por ejemplo en las ceremonias (ngillatun, palin), o en la propia tradición oral mapuche (epew, ül, nütxam).
El estudio de la lengua buscaba conocer el modo de pensar del indígena a través del psicologismo (relación entre pensamiento, lengua y carácter).
A los araucanistas les llama la atención el carácter aglutinante del mapuzugun (juntar varias palabras en una sola) y sus escasas conexiones entre las frases.
En cuanto a la traducción, Rodolfo Lenz (1911) señala que “en lenguas tan absolutamente distintas como el mapuche y el castellano, toda traducción literal es imposible”. Según Lenz, existen dos posibilidades de traducción: literal, con un resultado ininteligible, o libre, en que el resultado no es totalmente fiel al original.
A manera de reflexión final, la traducción es símbolo de co-presencia. Cuando no hay traducción, es que una de las lenguas silenció a la otra, y con la perspectiva del tiempo, los trabajos de los araucanistas no fueron suficientes para fomentar el aprendizaje y la difusión del mapuzugun.
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