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Los Hiriart y el Fundo Maipo, parte de la historia de Temuco

La familia Hiriart - Le Bert es un símbolo de las miles de familias que emigraron desde Europa por diferentes motivos, y que echaron aquí sus raíces, aportando con trabajo, emprendimiento y formando nuevas familias de las cuales se formó el Chile actual.

Gerardo Hiriart Le Bert, hijo de Eugenio Hiriart Montory, es ingeniero politécnico naval, Doctor en Ingeniería Mecánica, ha trabajado más de treinta años en el campo de la geotermia, reconocido internacionalmente como una autoridad en el desarrollo de tecnologías de energía renovable y vive en México, pero sus orígenes se remontan a Temuco, y más específicamente a lo que hoy es el sector poniente de la ciudad.

Su abuelo, Martín Hiriart Iribarne, casado con Elena Montory Duhart, llegó como colono desde el País Vasco, España, y era el dueño del Fundo Maipo, en aquellos años de unas 300 hectáreas, lo que corresponde actualmente a los sectores Altos de Maipo, Martín Hiriart y Portal de La Frontera, donde empresas inmobiliarias como Socovesa, Schiele & Werth, Dubois y JCE, entre otras, han expandido el sector residencial de Temuco desde el año 2000.

“En estos lugares aprendimos a andar a caballo, esperábamos el paso el tren a las cuatro de la tarde, por donde hoy pasa una ciclovía, y siempre recuerdo el sonido de la lluvia en el techo de la casa del abuelo, la que aún existe en un alto, frente a la calle Martín Lutero”, recuerda Gerardo Hiriart Le Bert, que se fue de estas tierras al convertirse en marino y luego siguió su vida en México, desde donde viaja cada ciertos años para visitar a sus familiares y los lugares que lo vieron crecer.


Vistas de la casa del Fundo Maipo (frente a la calle Martín Lutero de Temuco), donde vivieron Martín Hiriart Iribarne y Elena Montory Duhart.


Vida en el campo

“Nosotros literalmente nos criamos en el campo, ni siquiera íbamos a la escuela, fuimos educados con una institutriz en nuestra misma casa, que se encontraba donde hoy está el Beer Garden, de la familia Klein”, describe Hiriart, “la primera vez que nos enviaron a un colegio fue a la Alianza francesa en Traiguén y luego en el Colegio San José de Temuco”.

Otro momento que recuerda con especial emoción es la llegada del primer tractor y la instalación de la primera lechería automática y los nuevos sistemas de ensilaje. “Nosotros vivimos la mecanización del campo, como mi papá era ingeniero le gustaba adoptar esas nuevas tecnologías, y yo era su principal ayudante”, agrega, explicando que la principal producción del campo se debía a más de 300 vacas lecheras, “entre estas novedades, tuvimos el primer refrigerador que llegó a Temuco, y que funcionaba con parafina”.

En otra de sus anécdotas, recuerda que la tía Adriana vivió un tiempo en Nueva Imperial y para viajar tomaba el tren en la estación de Temuco, “nosotros esperábamos que ella pasara en el tren de las 16 horas por detrás de nuestra casa y desde el tren nos lanzaba chocolates y dulces”, recuerda.

“La vida de mi padre y algo de lo que nosotros alcanzamos a vivir en estos lugares se ve reflejado en el libro “Diez años en La Araucanía”, del ingeniero belga Gustave Verniory, eso de pagarle a los trabajadores, la vida de los colonos, los viajes en tren…” agrega.

En este sentido, Hiriart señala que siente la motivación personal de escribir un libro sobre los colonizadores que llegaron a esta zona: “Ellos llegaron de muchos países y venían con tanta ilusión, de trabajar y hacer sus vidas aquí. Al paso de los años, estos colonos están en el cementerio y sus descendientes viven en Miami, Europa, y sus tierras las ocupan empresas inmobiliarias para construir edificios”.

Mauricio y Gerardo Hiriart Le Bert en los años 50 montando sus caballos en el Fundo Maipo de Temuco.


Martín Hiriart Iribarne y Elena Montory Duhart, cuando festejaron sus bodas de oro (1959), posando junto a la chimenea de la casa del Fundo Maipo (la que todavía existe frente a la calle Martín Lutero, sector poniente de Temuco).

Vida de marino

Pero esta vida campestre cambió cuando un 21 de mayo, Gerardo, de unos 13 años, escuchó hablar de la marina y postuló a la Escuela Naval,y un día de enero, cuando apenas había cumplido los 14 años, le llegó la comunicación en que le aceptaban para iniciar una carrera naval.

“Nunca había visto un buque… jajajaja… pero mi papá me fue a dejar a Valparaíso, estudié cinco años, los veranos volvía al Fundo Maipo en Temuco a las amistades, las fiestas… en esa época conocimos el rock and roll de Elvis Presley”, recuerda.

Dejó la Armada en 1973, en el marco de la situación política que vivía el país, y se fue a México donde vive hasta el día de hoy, dictando clases y realizando asesorías en materia de innovación en la ingeniería.

El Temuco actual

“La última persona de la familia que vivió en la antigua casa de mis abuelos, frente a la calle Martín Lutero, fue mi tía Adriana Hiriart, quien falleció a los 102 años (2014), luego siguió viviendo un primo. La mayoría de la familia son longevos, excepto mi padre que falleció a los 59 años”, agrega.

“Hoy vuelvo a ver estos lugares con el afecto que nunca le perderé, pero el paisaje ha tenido una evolución muy grande. Antes vivían muchas familias mapuches en este sector, eran trabajadores e inquilinos en los campos, tomábamos mate con ellos en sus casas, había una relación amistosa”, indica.

“El Temuco de antes era el de las camionetas llenas de barro que bajaban de la cordillera, muchos sacos por todas partes, era el núcleo del progreso agrícola, ir a la exposición de la SOFO era maravilloso, ver animales preciosos, vivir en función de las cosechas… yo creo que el Temuco actual se fue de las manos… su población aumenta demasiado, es un polo de oficinas, la gente sólo llega a su casa a dormir, la gente conduce sus autos de manera agresiva… es muy distinto a lo que vivimos nosotros”, puntualiza Gerardo Hiriart.

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