5 ideas de un libro "perdido" de Foucault que cambiarán tu forma de ver la filosofía



Pocas cosas generan más expectación en el mundo del pensamiento que el descubrimiento de un texto inédito de un autor canónico. Y si ese autor es Michel Foucault, la expectación se convierte en un evento. Recientemente ha visto la luz El discurso filosófico, un manuscrito que Foucault escribió en el intenso verano de 1966, editado y publicado por primera vez en Francia en 2023, y que por décadas permaneció guardado en sus archivos.


La publicación de este texto tiene un aura de transgresión. Es bien sabida la indicación expresa de Foucault de no publicar trabajos póstumos. Sin embargo, este escrito, concebido entre dos de sus obras monumentales, Las palabras y las cosas y La arqueología del saber, nos ofrece una ventana inesperada y privilegiada a la forja de su pensamiento. No es una simple curiosidad académica, sino una pieza clave del rompecabezas.

Este artículo destila las cinco ideas más sorprendentes y contraintuitivas de esta obra "perdida". Son hallazgos que no solo iluminan la trayectoria de Foucault, sino que desafían radicalmente nuestra concepción tradicional de qué es la filosofía y para qué sirve.

Los 5 hallazgos clave de El discurso filosófico

1. La filosofía no es la reina de las ciencias, es solo "un discurso más"

El primer golpe que Foucault asesta a la tradición es directo y demoledor. Durante siglos, la filosofía se ha presentado a sí misma como un saber superior, una metadisciplina capaz de juzgar a todas las demás. Foucault desmonta la pretensión de la filosofía de ser una revelación de la verdad, un desvelamiento del sentido o una redención de la humanidad.

En El discurso filosófico, la descoloca de su pedestal para situarla como lo que es: un discurso más, en pie de igualdad con otros como el discurso científico, el ficticio (literario), el cotidiano o el religioso. No tiene un acceso privilegiado a la verdad; simplemente tiene sus propias reglas y funciones, formadas en un momento histórico concreto. Esta idea es radical porque subvierte dos milenios de una tradición que veía a la filosofía como el "discurso de todos los discursos".

2. El trabajo del filósofo no es buscar la verdad, sino "diagnosticar el presente"

Si la filosofía no busca una verdad atemporal, ¿Cuál es entonces la tarea del filósofo? Foucault redefine su labor de una manera fascinante. En lugar de ser un minero que excava en busca de sentidos ocultos, el filósofo debe actuar como un médico: su misión es realizar un "diagnóstico del presente".

Para Foucault, diagnosticar es "reconocer, en algunas marcas sensibles, lo que pasa. Detectar el acontecimiento que persiste en los rumores que ya no oímos, porque estamos muy acostumbrados a ellos. Decir lo que se deja ver en lo que se ve todos los días. Sacar a la luz, de súbito, la hora gris en que nos encontramos. Profetizar el instante". Esta visión transforma al filósofo en un observador del ahora, alguien anclado radicalmente en su contemporaneidad.

...la labor del filósofo parece ahora muy ligera y discreta, delicadamente inútil: el filósofo debe decir tan solo lo que hay […] lo que significa ‘hoy’. (pp. 30-31)

3. La "filosofía" como la conocemos tuvo una vida de solo 300 años

Esta es una de las afirmaciones más provocadoras del manuscrito. Acostumbrados a pensar en la filosofía como una tradición ininterrumpida que se remonta a Platón, Foucault nos ofrece una periodización completamente distinta y mucho más acotada.

Sostiene que la filosofía, entendida como un discurso autónomo, tuvo una vida de apenas 300 años. Este período comienza con Descartes en el siglo XVII, cuando una "reorganización discursiva general" hizo de la filosofía una figura singular y aislable de otros tipos de discurso a los que antes estaba anudada: el científico, el ficticio, el cotidiano y el religioso. Y termina, como veremos, con Nietzsche en el siglo XIX.

4. Nietzsche no reformó la filosofía, la "pulverizó a martillazos"

Para Foucault, Friedrich Nietzsche no es simplemente un filósofo más en la lista. Es el evento catastrófico que marca el fin de la filosofía tal como se había conocido durante tres siglos. La metáfora que utiliza es potentísima: Nietzsche es la figura que provoca la "pulverización de la filosofía a martillazos".

Con Nietzsche, el discurso filosófico pierde su autonomía. Se descompone. A partir de él, la filosofía ya no puede funcionar como antes. En su lugar, opera "en los intersticios, hibridada con otros discursos". Esto da lugar a un nuevo tipo de pensador: el filósofo que es también filólogo, historiador, genealogista o "psicólogo". El pensamiento filosófico sobrevive, pero ya no en un palacio aislado, sino en los cruces de caminos de otros saberes.

5. En 1966, Foucault predijo nuestra era del "archivo integral"

Quizás la idea más asombrosamente profética del libro es la noción de "archivo integral". Foucault describe una mutación cultural en la que emerge una nueva discursividad caracterizada por ser ilimitada, anónima y disociada de la subjetividad.

El cambio es cualitativo. Las culturas anteriores conservaban discursos "para forjarse una memoria" selectiva. Nuestro tiempo, en cambio, aspira a un archivo donde todo parece digno de ser guardado de forma indiscriminada, sin un propósito subjetivo unificador. Es un espacio de mera "yuxtaposición de los discursos". Su descripción, escrita en 1966, parece un retrato perfecto de nuestra era digital.

Parece que nuestra cultura –escribe en 1966– emprendió la tarea de conservarlo todo en materia de discurso [...] todos los discursos tienen derecho al archivo y […] el archivo […] solo es el espacio de yuxtaposición de los discursos.

Esta idea describe a la perfección la cultura de internet, la sobrecarga de información, el big data y la obsesión por almacenar cada fragmento de comunicación, desde el tratado académico hasta el meme efímero.

Conclusión: Pensar de otra manera

El discurso filosófico no es solo una pieza de museo para especialistas. Es una herramienta potente que, más de medio siglo después, nos sigue retando. Nos demuestra que el valor del pensamiento de Foucault no reside en darnos respuestas tranquilizadoras, sino en ofrecernos algo mucho más valioso: la posibilidad de "pensar de otra manera".

Este libro nos obliga a cuestionar lo que dábamos por sentado sobre el pensamiento mismo. Y nos deja con una pregunta tan actual como incómoda: en un mundo sin un discurso filosófico dominante y con un archivo infinito que lo guarda todo, ¿qué significa realmente pensar por nosotros mismos hoy?

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