Por Sebastian Goldsack Trebilcock, Académico en Universidad de los Andes Hay quienes siguen viendo a las comunicaciones corporativas como un accesorio, un “acompañamiento” estético de las operaciones estratégicas. Sin embargo, en el escenario actual, marcado por la volatilidad reputacional, la presión de los stakeholders y el escrutinio social permanente, esta visión resulta no solo insuficiente, sino peligrosa (por desgracia en Chile ejemplos sobran). Hoy, las comunicaciones deben entenderse como un asunto esencial de gobierno corporativo, a lo menos eso nos dejan casos emblemáticos como el de Volkswagen con el escándalo de emisiones “dieselgate”, Facebook (Meta) tras la filtración de datos de Cambridge Analytica, o United Airlines tras la expulsión forzada de un pasajero que nos muestran cómo una gestión comunicacional deficiente puede transformar una crisis puntual en una catástrofe reputacional y financiera, afectando la confianza, la cotización bursátil y la via...